Este artículo también está disponible en: Inglés Francés Ruso
Este artículo es una continuación de De la Tradición a la Realidad y De la Tradición a la Realidad – Parte 2.
José: un tipo de Cristo
Por último, debemos considerar a José, quien es uno de los tipos más importantes de Cristo en la Biblia. Siendo joven, José soñó que reinaba sobre sus hermanos, aunque todos, con excepción de Benjamín, eran mayores que él (véase Génesis 37:5-8). Debido a su sueño, José, quien era amado por su padre Jacob, fue aborrecido por sus hermanos. Tan intensa era la ira llena de celos en contra de su inocente hermano más joven, que ellos planificaron matarle y echar su cuerpo en un pozo. La vida de José fue preservada sólo a causa de Rubén, el hermano mayor. No obstante, los hermanos vendieron a José como esclavo, por unas piezas de plata, a un grupo de comerciantes en ruta a Egipto.
Aunque José fue maltratado, malentendido y acusado de manera falsa, él fue escogido por Dios para rescatar a sus hermanos en el tiempo de la necesidad de ellos, aunque ellos no estaban conscientes de esto. Por medio de una cadena asombrosa de eventos, José vino a ser el segundo en mando en Egipto durante una sequía y hambruna que se extendió por Egipto y hasta la tierra natal de José. Cuando la sequía se hizo insoportable para Jacob y sus otros hijos, ellos viajaron a Egipto para procurar obtener alimentos en la corte de Faraón. Por medio del arreglo soberano de Dios, ellos se encontraron suplicando su caso delante de José, el segundo en mando en Egipto, sin darse cuenta de que él era su propio hermano. Aunque José recordó la manera injusta en que sus hermanos le trataron, él los amó, tomó cuidado de ellos en secreto y suplió su necesidad. Irónicamente, los egipcios habían llamado a José “Zafenat-panea”, que significa “salvador del mundo, el que sustenta la vida” (véase Génesis 41:45). El nombre dado a José por los egipcios tiene la misma connotación del nombre “Jesús”, que literalmente significa “Jehová nuestro Salvador”. ¿Piensa que esto es una coincidencia? José le dio a sus hermanos, y de hecho a todo el mundo conocido, comida durante el tiempo de hambruna. De igual manera, en Su día Jesús se presentó a Sí mismo como el pan de vida al pueblo alrededor de Él. Hoy en día, Él se sigue presentando a Sí mismo como el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de ese pan, vivirá para siempre (véase Juan 6:48, 51).
Cuando por fin José se reveló a sus hermanos, ellos se llenaron de remordimiento y arrepentimiento. Las lágrimas fluyeron al darse cuenta de que el que estaba sentado en el trono frente a ellos era su hermano, ¡aquel que ellos habían vendido y traicionado muchos años atrás!
Cuando estaba en esta tierra, Jesús intentó revelarse a Su pueblo, Sus hermanos: “Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. Él les dijo: ¿Pues cómo David en el espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos bajo Tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo? Y nadie le podía responder palabra; ni se atrevió nadie desde aquel día a preguntarle más” (Mateo 22:41-46).
El pasaje al cual Jesús se refería es uno de los salmos del rey David (Salmos 110:1): “Jehová dice a mi Señor: Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga Tus enemigos por estrado de Tus pies”. Una nota escrita por Lee en el Nuevo Testamento Versión Recobro explica estos versículos (Salmos 110:1, véase Mateo 22:45, nota 1):
Cristo es Dios; en Su divinidad Él es el Señor de David. Él también es un hombre; en Su humanidad Él es el hijo de David. Los fariseos conocían sólo parcialmente las Escrituras con respecto a la persona de Cristo; es decir, sólo sabían que Él era el hijo de David en el aspecto humano. No tenían un conocimiento completo, es decir, no sabían que Él era el Hijo de Dios en el aspecto divino.
Aunque la intención de los fariseos al cuestionar a Jesús con muchas preguntas (por ejemplo: “¿Es lícito dar tributo a César?”) era enredarle en alguna palabra, Jesús trató de ayudarles a ver la revelación concerniente a quién era Él. Él era su Mesías, el Ungido de Dios, que fue enviado a ellos, Su propio pueblo. Dios mismo en carne estaba delante de Sus ojos, pero no le pudieron reconocer.
Un día, el cual se está acercando, el verdadero José, Jesús el Salvador, regresará para revelarse nuevamente a Sus propios hermanos, quienes le rechazaron cuando vino la primera vez. Como indicó el profeta Zacarías: “Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén el Espíritu de gracia y de súplicas; y me mirarán a Mí, a quien ellos han traspasado; y plañirán por Él como se plañe por un hijo único, y llorarán amargamente por Él como se llora por un hijo primogénito” (12:10, Versión Recobro). Además, Zacarías añade en cuanto a ese día: “Y alguien le dirá: ¿Qué heridas son éstas entre Tus brazos? Y Él dirá: Son aquellas con que fui herido en casa de los que me aman” (13:6, Versión Recobro).
Jesús, el verdadero José y el Señor de David, es el único Salvador del mundo. Es de Aquel del cual las Escrituras hablaron de antemano por siglos y Aquel quien anhela salvar a Sus hermanos hoy. Su nombre, Jesús, es el único nombre bajo el cielo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). “Porque: Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13).
En Ezequiel 36:26 vemos que Dios desea dar a los hombres un nuevo corazón y un nuevo espíritu: un nuevo corazón para amar a Dios y un nuevo espíritu para recibirle y conocerle.
Tengo una profunda carga por mis “hermanos” judíos. Espero que escojan creer la Palabra de Dios, la Biblia, por encima de las opiniones y los pensamientos de los hombres. Les animo a que decidan conocer la Palabra de Dios. Puede que ustedes estén reacios a leer la Biblia por lo que la familia y los amigos puedan pensar o decir. Sin embargo, las opiniones de ellos no deben disuadirles. En el registro de los primeros creyentes en Cristo, hubo dos creyentes judíos que hablaban y enseñaban a la gente en cuanto a Cristo (Hechos 4:17-18). Algunos de los que les escucharon y que se les oponían y les amenazaban, les exigieron que no hablasen más en el nombre de Jesús (véase Hechos 4:17-18). La respuesta de estos creyentes fue directa: “Juzgad si es justo delante de Dios escuchar a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:19b-20). Como estos creyentes, necesitamos tener temor de lo que Dios piensa, no de lo que otros piensan, dicen o hacen. A diferencia de las tradiciones de hombres, la Palabra de Dios es cierta y confiable. Si en algo se puede creer, es en la Palabra de Dios; y si algo debe ser considerado, son las Escrituras. ¡Puede que no sea tradicional creer en Jesús, pero esto ciertamente se conforma a las Escrituras!
El nombre Jesús –Josué en hebreo– significa “Jehová el Salvador” o “la salvación de Jehová”. El título Cristo se traduce “Mesías” en hebreo. Es mi oración ferviente y mi deseo ardiente que usted reciba a Aquel que fue ungido por Dios para ofrecerse a Sí mismo como sacrificio por sus pecados. Jesús es Aquel que puede perdonarle y limpiarle de toda injusticia. Sobre tal fundamento justo, Dios entrará dentro de usted y así le dará el don gratuito de la vida eterna.
Para recibir ahora mismo la vida eterna de Dios, repita esta corta oración en voz alta:
Querido Dios, creo que Jesús es el Salvador del mundo, Aquel que murió por mis pecados y resucitó de entre los muertos. Creo que Tú has venido para darme la vida de Dios. Te recibo ahora mismo como el Mesías, mi Salvador. Lléname con la vida de Dios. Me pongo en Tus manos. Amén.
* * * * * * * * * * * * * * *
Algunas Preguntas y Respuestas
Una vez un rabino me dijo: “Cuando el Mesías venga, Él traerá la paz mundial”.
Un punto de vista sostenido por muchos rabinos es que la paz mundial será traída por la venida del Mesías. Quiero responder esta pregunta de manera detallada.
Existen cuatro dispensaciones principales preparadas por Dios para completar Su plan eterno. La primera fue la era de los patriarcas, los cuales incluían a Abraham, Isaac, y Jacob, hasta Moisés.
La segunda dispensación fue la era de la Ley, que transcurrió desde Moisés hasta la primera venida de Cristo. Si usted vivía en esa era, tenía que obedecer la Ley. Si quebrantaba la Ley, alguien a favor suyo, por ejemplo, los sacerdotes judíos, tenían que presentar un sacrificio ofrecido por el perdón de sus pecados. Su relación con Dios era a través de la Ley y de los sacrificios ofrecidos en el templo de Jerusalén. Estos sacrificios eran solo tipos o símbolos del Cordero de Dios que vendría para quitar los pecados del mundo. Estos sacrificios fueron cumplidos en la persona de Jesucristo.
La tercera dispensación transcurrió desde la primera venida hasta la segunda venida de Cristo. Durante este período, la redención fue efectuada por medio de la ofrenda de Cristo como sacrificio. Algo muy interesante sucedió cuando Jesús murió. El velo del templo, que dividía el Lugar Santo del lugar más santo del templo (llamado el Lugar Santísimo), fue rasgado de arriba abajo. Esto significa que, por causa de la muerte de Cristo, Dios echó abajo el velo que separaba a Dios y al hombre. La barrera de pecado que separa a Dios del hombre ha sido quitada. Ahora el camino está abierto para que el hombre venga a Dios.
Además, durante este período de tiempo, el templo verdadero, un templo espiritual, está siendo edificado. Este templo es el Cuerpo de Cristo agrandado. Como ya citamos, el Señor dijo: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Mas Él hablaba del templo de Su cuerpo” (Juan 2:19-21). Y en 1 Corintios 6:19 Pablo dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”. Al combinar ambos pensamientos, podemos ver que en este período, o dispensación presente, Dios desea vivir en nosotros. En esta era, el templo de Dios no es edificado con madera o piedra ¡sino con la divinidad que mora en la humanidad! ¡El hecho de que Dios puede ahora vivir dentro de seres humanos hechos a Su imagen y semejanza es algo maravilloso y asombroso! Dios no mora en aquello que ha sido hecho por manos humanas; ¡Él desea vivir dentro de usted!
Estamos viviendo en la tercera dispensación. En esta dispensación, tenemos a Dios mismo, no solamente aquello que Él nos da o hace por nosotros. Como padre, puedo testificar que si mi hija amase las cosas que le doy más que a mí, estaría herido y sería infeliz. ¿Se da cuenta de que Dios se siente de la misma manera? Algunos pueden amar la Ley, las fiestas y los días especiales del año; pero Dios quiere que usted abra su corazón para permitirle a Él entrar y vivir dentro de usted, con lo cual le dará sentido a su existencia, pues usted fue creado a la imagen de Dios (véase Génesis 1:26).
La cuarta dispensación, y la dispensación final antes del comienzo de la eternidad, será la era del reino. Esta será una era de paz y justicia que durará por 1,000 años. Este tiempo comenzará con el regreso del Señor, como dice Zacarías 13:6 (Versión Recobro): “Y alguien le dirá: ¿Qué heridas son éstas entre Tus brazos? Y Él dirá: Son aquellas con que fui herido en casa de los que me aman”. Zacarías 14:4a dice: “Y se afirmarán Sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente”. En ese tiempo de la era del reino, “no levantará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4b). Además, se cumplirán las palabras de Isaías 11:6: “Morará el lobo con el cordero y el leopardo con el cabrito se acostarán”. Muchos de los cambios externos que la gente busca ocurrirán durante la era del reino. Dichos cambios sucederán principalmente porque el gobierno humano llegará a su fin (véase Daniel 2:44-45) y Cristo ejercerá Su reinado sobre toda la tierra (véase Zacarías 14:4,9).
Hoy en día, nos encontramos en la tercera dispensación, donde Dios requiere que creamos y recibamos a Cristo. Si lo hacemos, recibiremos muchas bendiciones que Dios ha preparado para nosotros, a saber, Su salvación completa. Esta salvación incluye la regeneración de nuestro espíritu, la transformación de nuestra alma y la eventual glorificación de nuestro cuerpo. Este proceso comienza cuando recibimos la vida divina de Dios.
La pregunta es: ¿En cuál dispensación estamos verdaderamente viviendo? Espero que usted esté viviendo en la realidad, en la tercera dispensación. Algunos viven de manera física en la tercera, pero adoran a Dios conforme a la segunda dispensación. El fin de esta era se acerca, y la era del reino está a las puertas. Dios juzgará a una persona conforme a los requisitos que Él puso sobre los hombres en la dispensación particular en la cual dicha persona vivió. En esta era, la era en la cual usted al presente vive, Él juzgará si usted creyó o no en Cristo y si le recibió en Su corazón. Éste es el único requisito para usted en esta era y en este momento.
Al llegar al final de este panfleto, me pregunto si mi objetivo al escribirles esto les ha alcanzado de manera clara. Si usted siente que mi objetivo es llevarlo de una religión a otra, hace falta una aclaración final, pues esa no es mi intención. Mi deseo es que usted comprenda que la intención de Dios es morar dentro de usted y que Él desea hacer Su hogar en su corazón para que usted venga a ser el templo de Dios. Sólo usted puede abrir su propio corazón y escoger vida. Juan 14:6a dice: “Jesús le dijo, Yo soy el camino, y la realidad y la vida”. Esto significa que fuera de Cristo, Dios no puede ser real a usted. Él está tocando a la puerta de su corazón, incluso ahora mismo.
Juan 10:10b dice: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia”. Este versículo muestra la intención del Señor Jesús. Dicha intención no es presentar una nueva religión, nuevos días de fiesta o nuevas enseñanzas para mejorar la conducta. ¡Él quiere darle vida a usted! En Juan 10:10b, la palabra griega para vida es zoé. Zoé no se refiere a la vida física, la cual es bios (de donde se obtiene la palabra biología). Tampoco se refiere a la vida sicológica, la cual es psujé (de donde sacamos la palabra sicología). Más bien, zoé se refiere a la vida eterna de Dios. Dios quiere darle vida. ¡Él quiere que usted tenga Su vida, la vida eterna, y que la tenga en abundancia!
Por favor, use esta oportunidad para recibirlo a Él dentro de su corazón y espíritu ahora mismo. ¡Amén!
De la Tradición a la Realidad.